Hace unas
semanas se me pidió elegir una frase que de algún modo me identificara.
Opté por
esta “los caminos difíciles llevan a hermosos destinos”
¿Por qué
esta frase? Si siempre he estado apoyada de mucha gente.
Nunca me ha
faltado nada. Tengo una familia. Un hogar que me cobija. No me ha faltado
alimento, ropa, educación. Gracias a Dios no he sufrido pérdidas más que las
que la ley de la vida impone. ni enfermedad que me impidiera ver cada día el
sol.
Aun así
elegí esta frase.
Ahora,
escribiendo estas letras, reflexionando en ellas, en la frase hecha, me doy
cuenta de que el camino sólo puede andarse con los pasos que dicte tu corazón,
tu fuerza de vida.
Puede que a
pesar de no haber sufrido ninguna de estas faltas, mi camino, el camino de la
discapacidad, no haya sido del todo fácil.
Tal vez no
hubo carencias, pero si barreras. Puede que no hubiera grandes pérdidas pero si
derrotas.
Ahora,
llegando mi hermoso destino, el de saberse mujer, madura, el de la
normalización, me doy cuenta que las derrotas no son más que aprendizajes, que
las barreras sólo están para salvarlas.
Que no es
más importante el destino que el camino.
Sólo el
camino dibuja el destino
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